Web3, ¿una nueva revolución para Internet?

Normalmente, el blockchain se asocia con las criptomonedas como el bitcoin. No obstante, los expertos de Silicon Valley quieren ampliar el concepto: con la Web3, Internet tal como se conoce se restructuraría para basarse en blockchain. Pero ¿en qué consiste exactamente y qué consecuencias tiene esto para Internet?

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¿Qué es la Web3?

Blockchain es la palabra clave que aparece cada vez que se saca el tema de la Web3. A grandes rasgos, el blockchain es una base de datos pública y distribuida en la que las distintas transacciones se pueden registrar en orden cronológico. Los bloques de datos que se encuentran en el blockchain están en cadena. Además, gracias a métodos criptográficos como el cifrado asimétrico se garantiza la seguridad de los datos de la cadena de bloques y se impide que terceros puedan acceder a ellos.

Consejo

Para más información detallada sobre el funcionamiento de la tecnología blockchain, accede al artículo general sobre blockchain.

En la actualidad, Web3 tiene como objetivo descentralizar Internet con la ayuda del blockchain. De este modo, ni las grandes empresas tecnológicas ni los bancos ni los estados tendrían el control de Internet, sino que los usuarios podrían administrarlo en exclusiva. Para ello es necesario el blockchain: dado que los datos se almacenan en diferentes ordenadores, deja de ser necesaria una instancia central que proporcione los datos necesarios y compruebe la autenticidad de una transacción.

Un breve paseo por la Historia: de la Web 1.0 a la Web3

La Web 1.0 imperó hasta principios de la década de 2000. Internet estaba formado por una red mundial de documentos, en su mayoría estáticos, enlazados. Las primeras webs solían consistir en documentos HTML simples y, a diferencia de las actuales Single Page Applications, no ofrecían al usuario posibilidad alguna de interacción. Con la aparición de las interacciones se pasó a la Web 2.0, esta es, la web que usamos en la actualidad. Los lenguajes de programación como JavaScript permitieron ir añadiendo poco a poco funciones a las webs estáticas que abrieron la puerta a la democratización de Internet con las redes sociales y el blogging.

Los partidarios de la Web3 critican principalmente el actual estatus de monopolio de las empresas tecnológicas además del almacenamiento centralizado de datos personales. Por ello, la Web3 debe llevar la democratización de Internet un paso más allá, permitiendo trasladar el control a los usuarios con la ayuda del blockchain. De este modo, se puede acabar con el monopolio al descentralizar las transacciones y al conseguir que los usuarios se conviertan en parte de la infraestructura de la red.

¿Qué implica la Web3 para los usuarios?

Para analizar los cambios que supone la Web3 para los usuarios, hay que distinguir entre el fronted y el backend. A primera vista, los usuarios apenas percibirán cambios, pues esta nueva tecnología no va a tener prácticamente ningún impacto en el frontend de los sitios web. Sin embargo, lo que ocurre por detrás, es decir, en el backend, cambia radicalmente con la Web3. Los servidores centralizados ya no serán responsables de proveer páginas y aplicaciones web. En su lugar, en el centro del provisionamiento se encontrarían los proveedores basados en blockchain.

Con esta última generación de Internet, los usuarios tienen un control mayor sobre sus datos. Solo ellos pueden decidir cuáles se ingresan en el blockchain. De este modo, ya no existirían los grandes grupos de datos como se conocen en la actualidad (como los que actualmente mantienen Meta o Google). El poder de las empresas tecnológicas sería menor, lo que se traduce en mayor flexibilidad para los usuarios. Por ejemplo, ya no tendrían que depender de proveedores de servicios de pago externos (también conocidos como Trusted Third Party), pues las transacciones se validarían directamente en el blockchain.

También es posible la activación de mercados completamente nuevos. En el pasado más reciente, por ejemplo, el mercado de los NFT ha sido testigo de un verdadero boom. Los NFT son los tokens no fungibles, esto es, certificados de autenticidad para bienes virtuales únicos: obras de arte digitales o items de videojuegos únicos almacenados en blockchain.

Además, en la Web3 hay ciertos dominios que están ganando popularidad, como es el caso de los dominios blockchain. Existen numerosas extensiones de dominio Web3, como .bitcoin o .crypto. Para los dominios NFT también existe la extensión .nft.

Frente a los dominios convencionales, los dominios basados en blockhain cuentan con una serie de ventajas. Por un lado, en el registro se presume de mayor anonimato. Por otro, la administración del dominio es descentralizada, como es habitual en blockchain, lo que reduce el riesgo de un “Single Point of Failure”. Asimismo, es posible comprar dominios de forma permanente, lo que evita los costes continuos asociados a los dominios convencionales. Los precios de adquisición de los dominios blockchain oscilan entre los 40 y los 80 dólares estadounidenses. Con todo, hay que tener en cuenta una desventaja importante: los navegadores convencionales de la Web 2.0 todavía no pueden procesar las extensiones de dominio de la Web3.

¿Qué aplicaciones se basan en la Web3?

En la actualidad, existe una serie de aplicaciones que se basan en tecnologías esenciales para la Web3. Además de las distintas criptomonedas (quizás el ejemplo más destacado), también hay que destacar los ya nombrados NFT. Sin embargo, en las aplicaciones de la Web3 también se encuentran conceptos totalmente nuevos, como las organizaciones autónomas descentralizadas o los videojuegos en la cadena Ethereum.

Organizaciones autónomas descentralizadas

Las organizaciones autónomas descentralizadas (DAO) son comunidades que utilizan tokens basados en blockchain. Con estos tokens, los participantes de las organizaciones pueden participar en los procesos de toma de decisiones, diseñados para ser democráticos. Por ello, se puede considerar un token como un voto. El modo en el que los tokens se distribuyen en las DAO depende de la organización. Por ejemplo, se pueden ganar tokens con la participación en los acontecimientos de la organización.

Un ejemplo de DAO es el metaverso Decentraland. Decentraland es una plataforma de RV 3D basada en el blockchain de Ethereum. Permite comprar con la criptomoneda MANA terrenos y bienes inmuebles virtuales, que se almacenan como NFT. Cuantos más terrenos posea un usuario, mayor será el número de tokens que reciba. Los usuarios pueden usar estos para participar en la toma de decisiones del mundo digital.

Con cierta perspectiva, sin embargo, las DAO pueden considerarse como una posibilidad para garantizar la organización transparente de las empresas u órganos administrativos.

Criptojuegos

También en el ámbito del gaming hay algunas aplicaciones que se basan en tecnologías Web3. Un juego popular basado en el blockchain de Ethereum es CryptoKitties. De forma parecida a los Tamagotchis analógicos, los usuarios pueden criar con CryptoKitties gatos digitales. En este caso, se vuelven a usar los NFT: cada gato es único y se almacena como un NFT en el blockchain, lo que permite a los usuarios vender sus gatos a otros jugadores. Para ello, se utiliza la criptomoneda Ether. En 2018, se vendió por 180 000 dólares estadounidenses el CryptoKitty más caro conocido hasta la fecha.

Críticas a las Web3

Aunque la Web3 aún no se ha implantado en todas partes, ya ha recibido las primeras críticas. Como en otros ámbitos, un aumento de la libertad y una normativa menos estricta suponen un aumento de los riesgos. En relación con las transacciones financieras se critica lo siguiente: mientras que en la actualidad el usuario puede hacer uso de servicios de pago intermediarios como Paypal o de entidades de crédito como los bancos en los pagos online, en el mundo de las criptomonedas no existe este tipo de servicio de asistencia.

Otro aspecto criticado es el elevado consumo de energía de las tecnologías blockchain establecidas. Debido a la minería de bitcoin, el uso de bitcoin actual consume al año más electricidad que los Países Bajos. No obstante, también hay que tener en cuenta que ya existen tecnologías de blockchain mucho más eficientes desde un punto de vista energético como, por ejemplo, la criptomoneda Cardano.

Otra cuestión que también preocupa a los críticos es si la Web3 puede realmente evitar los monopolios. Debido a la falta de normativa en relación con la Web3, realmente no se puede garantizar que no exista un monopolio en el futuro.

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